Era pobre y silenciosa
pero con rayos de luz,
olor a jazmín y a rosa
y el niño que la alboroza:
es la casa de Jesús.
Familia de Nazaret,
familia de Nazaret,
fuente de esperanza
y vida, familia de Nazaret.
Un taller de carpintero
y un gran misterio de fe,
manos callosas de obrero,
justas manos de hombre entero:
es la casa de José.
Había júbilo y contento,
ella lavaba y barría,
y el arcángel, saludando,
repetía noche y día:
casa del Ave María.
Familia pobre y divina,
pobre mesa, pobre casa,
mucha unión, ninguna espina
y el ejemplo que culmina
en un amor que no pasa.
Concede, Padre Señor,
una mesa y un hogar,
manos para trabajar,
padres a quienes querer
y una sonrisa que dar.
Agradecimientos: Rubén Osegueda